sábado, 2 de junio de 2012


La edad no siempre se refleja físicamente.

LA CLASE DE ÉTICA


Cada profesor tiene su técnica y, en concreto, la del profesor de ética es una de las que más me gusta.

Es una forma divertida de aprender que consiste en hacer reír a los alumnos con la finalidad de que estén atentos en cada una de sus clases.

Este profesor emplea mucho las indirectas. Las usa tanto que, a veces, no sabes cuándo te quiere decir algo bueno, pero está bien, porque si no pierde la gracia.

Hay frases que le caracterizan mucho, pero que nunca se me quedan en la cabeza. Las repite la gente de clase y nunca me canso de oírlas.

Aparte de eso, usa un tono de voz muy fuerte y estremecedor que se escucha en otras aulas, aunque ambas puertas estén cerradas, y sin exagerar. Cuando pasa esto, a la profesora de inglés, nuestra tutora, le hace mucha gracia y se ríe.

Por hacer alguna crítica, aunque sea constructiva, me gustaría decir que debería ser un poco más espontáneo, ya que se nota que se estudia exactamente lo que va a decir en las clases, y se repite un poco.

Cuando entró este individuo por la puerta de nuestra clase la primera vez, pensaba que iba a ser un profesor estricto, de esos que había antes, que atemorizaba a nuestros padres y abuelos. Además, la forma en que cogía su maletín imponía. Pero, al oír la primera frase que salió de su boca, sabía que no iba a ser un profesor cualquiera, sino uno que, cuando toca su clase, no estás esperando a que acabe.

Bueno, creo que ya no me queda nada más que decir… ¡Espera un momento! ¡No te lo vas a creer,  pero Enrique Mesa está recogiendo!